miércoles, 2 de abril de 2008

La semana de...

MONSIEUR GAINSBOURG CUMPLE 80 AÑOS

Dicen que John Wayne dejó escrito un epitafio en español que nunca llegó a inscribirse en su lápida y que rezaba "Feo, fuerte y formal". Si Serge Gainsbourg necesitara un epitafio yo le diría "Feo, fuerte e informal" aunque probablemente Monsieur Ginsburg (que así se apellidaba en realidad, Lucien de nombre) se reiría de mí, mirándome con sus ojos llenos de vicio tras una nube de humo y murmuraría algún improperio. Y con toda seguridad, yo caería a sus pies.

Como cayeron todas las impresionantes mujeres que Serge Gainsbourg atesoró en su vida, todas se rindieron a sus encantos aunque no necesariamente compartieran cama con él. La Birkin, la Vartan, Hardy, Gall, BB, Marilou... Para todas ellas, Serge quiso tener un detalle, les regaló su amor en forma de canciones y las subió a lo más alto de sus altares personales, hasta para su propia hija tuvo algo de esta generosidad, rozando los límites, como siempre, y provocando a las mentes bienpensantes. Y las adoró, como sólo él supo, fue un perfecto caballero con todas tal y como recuerda la mujer que le rompió el corazón, la hermosa Birkin. También Bardot lo sabe, ya que ella grabó la primera versión del Je t´aime... con apenas 20 años y le suplicó que nunca la editara. Él, aunque ya no estaban juntos, siempre respetó los deseos de su musa y grabó el tema con la Birkin, de quien tenía retratos enormes por toda su casa, según cuenta Françoise Hardy, que hizo suyo el genial Comment te dire adieu.

Gainsbourg encarna la canallesca inteligente, el charme de alguien que no tiene ningún encanto, la ironía del que no se respeta ni a sí mismo ("si yo fuera Dios, sería el único que no creería en mí") y el talento, que le llevó a reconvertirse cientos de veces, con mayor y menor fortuna, pero provocando siempre un alud de comentarios a su paso. Gainsbourg, un emigrante que encarna a Francia y su cultura y a la vez, para desquicio del país vecino, es un icono que siempre renegó de mayo del 68 y que representa la moral del libertinaje y el desprejuicio. Por otra parte, ¿se puede ser más francés?

Hoy el bueno de Serge cumpliría 80 años y estos días se publica una biografía suya bastante acreditada (lo que me recuerda que tengo otra no tan acreditada sobre mi mesilla esperando ser devorada). Sería imposible dedicar un post o cien a este genial creador, siempre se quedaría algo por explorar de su personalidad fascinante y arrolladora. Y no todo es rescatable, vaya por delante que no me interesan en absoluto sus flirteos con el reggae y que he oido tantos millones de veces el Je t´aime, moi non plus que he llegado a aborrecerlo. Sólo quiero rendir mi pequeño homenaje anónimo a las canciones que más me gustan y que reflejan sus muchas vertientes creativas o incluso rasgos de su carácter. Un hombre que dijo de sí mismo "mi madre era guapa, mi padre también, no veo de dónde viene mi fealdad, quizás de mi perro" o que amó intensamente, con el corazón y otros órganos, a sus mujeres, bien merece un proyecto arriesgado, pero muy justificado.

Comenzamos la semana de Monsieur Gainsbourg.


MIÉRCOLES: LE POINÇONNEUR DES LILAS
La chanson del proletario.

Ésta es la primera canción que escuché en toda mi vida de Gainsbourg, cuando nunca había oído hablar de él. Ni siquiera me enganchó entonces, sólo una década más tarde me enganché a todo lo que este hombre representa. Quizás no estaba preparada.

Le poinçonneur des Lilas hace referencia a la labor de un trabajador en la estación de metro Lilas, donde su única ocupación consiste en perforar los billetes de los viajeros. J´suis le poinçonneur des Lilas, le gars qu´on croise et qu´on ne regarde pas, así comienza su crónica de lo mediocre y la infelicidad: soy el perforador de Lilas, el chico al que se cruzan pero nadie mira, condenado a hacer agujeros (des petits trous) metido en un agujero. Et sous mon ciel de faillance, je ne vois briller que des correspondances: bajo mi cielo de fracaso sólo veo brillar los trasbordos.

Gainsbourg, casado desde joven con una respetable y rica heredera, ha permanecido en la sombra, haciendo arreglos y textos para músicos de clubs, hasta los 30 años, cuando se descubre su talento como letrista y, animado por sus compañeros, lanza su primer álbum, Du chant à la une, a finales de los 50. En él se incluye este tema, muy popular en Francia. Llegan la fama, el divorcio y el desenfreno. El joven orejudo y taciturno está a punto de dar paso a la leyenda.

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